
A partir de nuevas técnicas de resonancia magnética con el uso de neuroimágenes y la lectura de chistes en cartones y la representación de escenas cómicas, se han analizado las zonas del cerebro que se activan o silencian en los hombres y las mujeres cuando se les plantea una situación absurda, y cómo se integra lo emocional y lo cognitivo en los procesos que desencadenan la risa.
Se ha comprobado que ellos y ellas procesan distinto lo divertido, ya que las mujeres activan más las zonas cerebrales relacionadas con el procesamiento del lenguaje, y disfrutan más del humor, es decir, se ríen mas; por el contrario, “el cerebro masculino no integra tanto lo emotivo”.
Las diferencias no sólo proceden del número de neuronas en determinadas zonas del cerebro de unos y otras, sino además a las conexiones neuronales entre ambos hemisferios en los hombres respecto a las mujeres. La risa, que es la expresión espontánea del regocijo, es innata, genética, aparte de universal, y se da en todas las personas, de modo que, por ejemplo, los ciegos se ríen con un chiste, aun sin haber visto nunca a nadie sonreír.
Hasta que se desencadena la risa, primero se tiene que entender el chiste, luego encontrarlo divertido y finalmente reír, unos pasos que se van registrando en distintas zonas del cerebro, y que requieren de “una mente ágil y flexible”; por eso, a menudo los niños no entienden los chistes.
La risa se ve dificultada cuando falla el procesado del lenguaje y no se entienden los chistes o cuando la zona creativa está dañada y la memoria a corto plazo atrofiada y no se pueden vincular unas cosas con otras.
Normalmente ellas se ríen más con los chistes que se refieren a ellos, y viceversa; además, en general a las mujeres no les hacen tanta gracia los chistes de violencia.
Vía: planetacurioso.com
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