“Mi jefe se volvió loco”
El jefe escucha todo – bueno o malo. Asume que lo que digas de él llegará de todas maneras a él, así que si necesitas desfogarte, quéjate con alguien de fuera de la oficina.
“Pérez es un idiota”
El chisme en la oficina puede unir a los chismosos y fomentar la comunicación hasta un punto. Pero yendo muy lejos, el chisme puede también producir paranoia y bajar la productividad. Suelta sólo la información útil: “Pérez echó a perder la venta porque no supo responder una pregunta del cliente…”
“Cuando ocupe su lugar…”
La regla de oro de la política empresarial: nunca reveles tu estrategia completa a nadie. Tu jefe puede saber que quieres su trabajo, pero no que planeas comenzar a hacerlo el mes que viene. Si se lo dices a un colega, el complot se puede ir abajo.
“Fumé marihuana en la escuela”
El rato que pasaste en el baño de la escuela puede ser una gran historia, pero mantenla para ti solo. Lo que sea que le digas a la gente ahora será mucho más conocido mientras más asciendas en la organización.
“A Rodríguez lo cambiaron de lugar porque apestaba”
Revelar detalles vergonzosos sobre otro empleado mina tu credibilidad. Habla siempre del negocio, no sobre los defectos de otra persona. Puede ser “Rodríguez no presentaba la imagen apropiada a los clientes”.
Vía: webdelhombre.com
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