Como "entrenamiento", en Taiwan, entierran vivos a los estudiantes para que aprecien de manera profesional y responsable el valor de la salud.
Se trata de los estudiantes de la Universidad de Rende en Taiwán a quienes se los entierra como parte de una experiencia que los hace "apreciar el verdadero valor de la vida".
Según el profesor Qiu Daneng "aunque sólo son diez minutos, el efecto es igual al de una verdadera muerte".
De este modo, y en todo un solemne acto, los alumnos deben redactar un testamento, vestirse con una mortaja y meterse en un ataúd que es sepultado bajo las tablas del piso de un salón. Pasados unos minutos son liberados.
Xiao Lin, estudiante de esta clase, explicó que "cuando salí sentí que había nacido otra vez y ahora sé que en la vida cada segundo cuenta".
Sin medir consecuencias, el máximo temor reside en que para el Gobierno, es un buen método de educación.
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