El supuesto origen de esta leyenda es el Departamento de policía de Los Angeles.
El protagonista es un viejo inmigrante mexicano que vive solo en Los Angeles. Hasta hace poco vivía con su hijo, pero este está actualmente en la cárcel por un asunto de trafico de drogas a pequeña escala. El hombre escribió una carta a su hijo a la cárcel, en la que, entre otras cosas, se lamentaba que no estuviese su hijo con él, ya que le habría gustado arreglar el pequeño jardín que tenían en casa, pero era necesario remover toda la tierra, y el ya estaba muy mayor para eso. Diez días después el hombre recibió una carta de su hijo, en la que venia a decir los siguiente. Por Dios, papa, no se te ocurra cavar en el jardín, ya que es ahí donde enterré parte de las drogas y el dinero. A pesar de ser su hijo, el anciano decidió comentar lo ocurrido con la policía, ya que era un hombre honrado. Al día siguiente la policía removió toda la tierra del jardín, pero por ningún lado apareció ni drogas ni dinero. Varios días después, el viejo recibió otra carta de su hijo que decía lo siguiente:
Querido Papa, espero que ya puedas arreglar tu jardín y que lo dejes bien bonito.
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